miércoles, 6 de enero de 2021

La censura y el control político en la prensa humorística cubana

Hoy día es ampliamente aceptado que las caricaturas satíricas editoriales ejercen una gran influencia en la opinión pública. También sabemos que en los países con dictaduras de derecha o de izquierda y regímenes de corte totalitario disfrazados de democráticos, se carac­terizan por censurar las caricaturas satíricas que ridiculizan al gobierno y a sus diri­gentes. Multan al caricaturista, censuran la carica­tura o aplican la censura directamente al medio de co­mu­nicación utilizando estrategias muy taimadas para crearles dificultades como adquirir suminis­tros: papel, tinta, etc., llevarlos a la quiebra y obli­­garlos a cerrar. En casos muy extremos, les retiran las licencias, tanto a los me­dios impresos como a los digitales.

En los países democráticos con gobiernos par­lamentarios o monarquías parlamentarias y los social-democráticos con libre mercado, indepen­dencia judicial, etc., a sus gobernates les resulta más defícil y complicado censurar una caricatura satírica o a un medio de comunicación sin atentar contra el derecho a la libre expresión.

Una caricatura satírica puede ser consi­de­rada una ofensa a una persona o institución, a un gobernante o personalidad pública, pero no es cen­­­surada. Incluso, puede satirizar al profeta de una religión y provocar disturbios, asesinatos y atentados sangrientos de terroristas como ocurrió en Francia contra la sede de la revista humorística Charlie Hebdo por publicar una caricatura de Mahoma en la portada de la revista, atentado que le costó la vida a diez cola­boradores y caricaturistas.



"Puedo entender que la gente esté conmocionada
por las caricaturas, pero nunca voy a aceptar
esa violencia, no puede ser justificada”.
“Considero que es nuestro deber proteger
nuestras libertades”.
“Francia nunca va a renunciar a su derecho
a la libertad de expresión”.


–Emmanuel Macron, presidente de Francia



En los países democráticos, los caricaturistas pueden ampararse detrás del derecho a la libertad de expresión para publicar sus opiniones en cualquier publicación impresa o digital, incluidas las redes sociales, pero ese derecho no impide que no puedan ser de­mandados judicialmente; aun así, pocas veces las caricaturas han sido censuradas por los gobiernos a pesar de que las mismas haya sido consideradas “políticamente incorrectas e inoportunas”.

Vale destacar que la libertad de expresión en las redes sociales no siempre ha tenido “vía libre” para expresar una opinión. Cada día tenemos más conocimientos y noticias de que las plataformas tecnológicas de las redes sociales, “supuestamente neutrales”, están censu­rando vídeos, imágenes y contenidos de los usuarios aplicando sus propias normas sin ningún tipo de marco legal.



“Crecimos sin imaginar que un día podríamos cuestionar nuestras libertades. Sin embargo, la libertad de la que disfrutamos no cae del cielo”.

– Laurent Sourisseau (Riss), caricaturista y editor en jefe de Charlie Hebdo



En las redes sociales, en las que se podíamos escribir, comentar y opinar sin censura, ya eso no es posible. Ejemplo reciente fue la cancelación de las cuentas de los caricaturistas de la revista Charlie Hebdo que reprodujeron una nueva portada de la revista con otra caricatura de Mahoma, automáticamente Instagram, propiedad de Facebook, censuró la portada y bloqueó las cuentas porque –según la religión musulmana–, Mahoma no debe ser repre­sentado de ninguna manera gráfica. No solo retiraron el contenido, también suspendieron las cuentas indefinidamente. El derecho a pensar y opinar diferente, ya no es posible en las redes sociales controladas por las grandes plataformas tecnológicas. La censura en las redes so­ciales es un tema que merece ser tratado en un escrito aparte.

Cuba: La censura en la prensa humorística
 

La censura a los semanarios y suplementos humorísticos cubanos se aplica muy sutil­mente, aunque la acción de aplicarla sea de total dominio público. El censura se aplica desde dentro de la redacción de la publicación. El gobierno o el estado o el régimen –o como cada cual quiera llamarlo–, es único dueño de los medios de comunicación y ejecuta la censura a través del Comité Central del Partido Comunista (CCPC).

El mecanismo es muy simple. Es algo así como “una norma para creación” –no de ley ni escrita–, que debe cumplirse obligatoriamente por los editores y directores de las pu­bli­caciones humorísticas. Ellos deben informarle al departamento encargado de la prensa en el CCPC los temas que serán tratados en el semanario. O a la inversa. Es decir, dicho depar­tamento les envía las “orientaciones” de los temas a tratar. Posteriormente, todas las cari­caturas y escritos creados deberán ser sometidos al departamento del CCPC para su revisión y aprobación.

Este método de trabajo le permite al gobierno decir que “en Cuba no existe la censura”. En la práctica, tiene sentido porque previamente los humoristas fueron “orien­tados” de los temas a tratar en sus chistes. Método que ha contribuido al nacimiento y desarrollo a lo que conocemos como “autocensura”.

Para los escritores, periodistas, caricaturistas no autorizados por el gobierno para ejercer la profesión y difundir noticias desde la isla, ya sean a través de las redes sociales, blogs, sitios web, la censura comienzan con una campaña de difamación para denigrar a las personas que se atreven a ejercer el periodismo independiente. Son calificados y compararlos por el gobierno como deli­cuentes comunes financiados desde el exterior. El segundo paso es, cortarles el acceso los teléfonos moviles, a la internet por cualquier vía seguido con el arresto y la cárcel cuando la campaña de difamación ha adquirido su máxima expresión. 




Historieta de Luis G. Fresquet divulgada por primera vez en la exposición “Humor para pensar en la galería L de la Universidad de La Habana en 1970 y publicada en el libro “Don Ufano: un humor situado en la galaxia” por la Editorial GF, Estados Unidos, 2015. 



Dónde surge y cómo funciona la “autocensura”


Los profesores de las escuelas de periodismo de todas las universidades del país, evitan utilizar en sus clases, dos palabras: censura y autocensura. Ambas ha sido sustituidas por dos más pintorescas: “regulación” y “autorregulación”.

La “regulación” –léase censura–, es aplicada por los editores y directores de los medios de comunicación de acuerdo con las directrices trazadas por el Partido Comunista, la cual no voy a analizar por obvias razones ya comentadas. Pero, si describiré como funciona la “autorregulación” en la prensa oficial desde dentro de una redacción.

Esta “ingeniosa norma de autorregulación” está diseñada para evitar que los escritores y caricaturistas envíen “temas comprometedores o políticamente incorrectos” a los editores o directores y para que estos, a su vez, no sientan obligados a censurar o castigar al dibujante o escritor. Con la “autorregulación”, el creador se convierte en su propio sensor facilitando el mejor funcionamiento de la censura en los medios de comunicación.

Sin dudas, el método es muy eficaz y funcional. Los caricaturistas y escritores lo conocen muy bien y lo aplican sin “chistar” porque comprenden las trágicas consecuencias de entregar un escrito o un dibujo contra los “preceptos políticos socialistas” establecidos por el gobierno.

La “autorregulación” a penetrado profundamente en las mentes de los caricaturistas y escritores. Pero ellos no son únicos ni la excepción de la regla: la “autorregulación” también funciona en la vida cotidiana de la población como un proceso natural. A mi juicio, es una “célula madre” implantada el cerebro de los artistas, periodistas y caricaturistas para destruir su autoestima e infundir el miedo a la marginación en el ámbito cultural y en los medios de comunicación. De hecho, el terror y el miedo son las verdaderas causas de por qué la “autorregulación” funciona y es aceptada por todos los caricaturistas y escritores de los semanarios humorísticos oficiales como una “vacuna necesaria” para proteger sus sistemas inmunológicos y evitar infecciones más graves que podrían adquirirse en la cárcel.

Vale recordar que en los medios de comunicación cubanos, que no existe el “termino medio”. O estás a favor de la línea trazada por el Partido Comunista o estás en su contra. Si decides estar en contra o tienes dudas, debes salir y alejarte de los medios de prensa oficiales.


Los dibujantes humorísticos y el recurso de la “evasión consciente o no” de la censura


Entender como algunos caricaturistas y dibujantes humorísticos de la prensa oficial intentaron evadir la censura de la década de los 60 y de los 70 y los que lo intentan actualmente, tendremos buscar en los viejos semanarios, El Pitirre, El Caimán Barbudo, Lunes de Revolución, entre otros, y visitar las galerías o salones de exposiciones de los concursos internacionales donde se han exhibido durante años caricaturas de artistas cuba­nos con excelentes dibujos más cercanos a la categoría de pintura o de la ilustración que a la de caricatura polí­tica de prensa.

Muchos caricaturistas han utilizado los salones de exposiciones y concursos nacionales para exhibir sus propias creaciones fuera del control estatal, ya sea que hayan creído ingenuamente que es una creación “libre” o no, siempre se han tropezado con un muro muy alto que no se puede saltar tan fácilmente porque todas las galerías y salones de exposiciones son propiedad del gobierno. Muro que les impide tratar temas espinosos o con críticas políticas y sociales de actualidad que implique la actuación del gobierno. No obstante, aún les queda otro camino, aunque muy estrecho, pero útil para evadir –consciente o inconscietemente–, la “sutil censura”: los concursos internacionales. Estos se han convertido en una vía de escape para desarrollar excelente creaciones artísticas que les ha funcionado muy bien –hasta ahora– durante muchos años, aunque existe la posibilidad de que la mayoría de los temas tratados con los cuales los caricaturistas han ganado elogios y éxitos, sean des­conocidos para la población. Al menos, esta vía es un buen intento de evadir el control estatal. 



Fotocopia de una de las caricaturas de la serie “Los Mancomentales” de José Luis Posada publicadas principalmente en el suplemento cultural El Caiman Barbudo. El inicio del llamado “humor filosófico” como método de evasión


Después de la desaparación del suplemento humorístico El Pitirre a finales de 1961 y hasta finales de la década de los 70, la mayoría de los caricaturistas del suplemento se refugiaron en revistas y semanarios culturales donde tuvieron mayores posibilidades de desarrollar su obra y la divulgación de sus dibujos ilustrando artículos y publicando algunas carica­turas. Este “refugio temporal” les permitió a los dibujantes sobrevivir durante un período más largos y alcanzar fama y celebridad a nivel nacional con el llamado “humor de con­cepto”, que más tarde clasificarían como “humor de contenido filosófico”. A este concepto se adhirieron dibujantes con estilos diferentes pero similares entre sí, que poste­riormente influirían en la gráfica y en estilo del humor de otros caricaturistas.

La mayoría de los dibujos, historietas y caricaturas publicadas por los iniciadores del “humor de concepto”, resultaron incomprensible para el lector habitual de los semanarios humorísticos y suple­mentos culturales debido, principalmente, a que el artista dejaba una puerta abierta a la ima­ginación del lector para más de una interpretación que provocaron controversias políticas alrededor del “mensaje” que el artista quería transmitir.

El llamado “humor filosófico” sirvió –conscientes o no– para que los artistas eva­dieran la censura estatal y transitaran por una vía de “libre” utilizando el nuevo concepto como un medio para la crear un humor diferente unido la experimentación gráfica y a la búsqueda de nuevas formas expresión dentro de las artes plásticas.



 

Como es lógico, el “humor filosófico” tampoco estuvo exento de la censura cuando las dobles interpretaciones se hicieron muy evidentes y pasaron a ser temas políticos controversiales con mensajes catalogados por los funcionarios del gobierno como con­trarios “a los fines del sistema socialista”. En ese mo­mento, apareció la censura sin cortapisa.

En esta ocasión la censura fue aplicada de forma mucho más eficaz y escabrosa que sutil. Miembros del Partido Comu­nista, encargados de la prensa y la cul­tura, realizaron cam­bios estructurales en los órga­nos culturales y de comu­ni­ca­ción: fu­sio­naron publica­ciones, cam­bia­ron a los directores, trasla­daron a escri­to­res y dibujantes a otras publicaciones, trazaron nuevas metas edito­riales e in­tro­­dujeron cambios sin dejar una peque­ña rehendija por donde se pudiera esca­par una idea diferente a la trazada por el Partido Comunista. Los dibujantes y carica­tu­ristas “filo­sóficos” pasaron al oscuro mundo del ostracismo.

En la categoría del llamado “humor filosófico”, se agruparon diferentes estilos y di­ferentes formas de interpretar el humor: Jesús de Armas, con sus excelentes dibujos vin­culados al arte de la pintura. El “Humor Gnosis”, de Santiago Armada (Chago) y su con­troversial personaje de Salomón. Su libro, “El humor Otro” publicado por Ediciones R, fue retirado de las librerías y las historias de Salomón desaparecieron de la prensa nacional.


Dos fotocopias de las historietas de Salomón de Chago.


Otro artista destacado, fue José Luis Po­sada con las series de “Cabecicudos” y “Man­comentales” publicados en el se­manario cultu­ral El Caimán Barbudo. Le siguen, el personaje de Don Ufano y “Hu­mor para Pensar” de Luis G. Fresquet (Cha­ma­co), caricaturas exhi­bidas en la Ga­lería L de la Universidad de La Ha­ba­na, y criticadas en la revista en Bo­he­­mia con el argumento de que las ideas estaban “edulcoradas con brillantes colores”. A la lista de historietas más destacadas, se suman las geniales e impresionantes tiras cómicas del per­sonaje de Sabino del historietista Rafael Luis Fornés, historietas que desaparecieron de la prensa oficial junto con las de Salomón de manera inexplicable para el lector. 



Fotocopia de una de las historietas de Sabino de Rafael Luis Fornés


De la libertad de expresión al control 

en la prensa humorística

Constitución cubana reconoce la
libertad de expresión... solo si esta va conforme
a “los fines de la sociedad socialista”.


Aunque pretendieramos encontrar “similitudes” comparando las caricaturas satíricas publicadas en la prensa de la etapa republicana de 1902 a 1958 con la era marxista iniciada en 1959, no se encontraría ni una sola prueba de que por los humoristas cubanos hayan podido ejercer su derecho a la libre expresión o de opinión en sus caricaturas publicadas a partir de 1959 hasta la fecha.

La caricatura editorial, a finales de la década de los 60, comenzó a perder su concepto, su verdadero sentido humorístico de crear situaciones gracio­sas que susci­tasen la risa, a ser satírico, irónico, crítico o burlesco para transformarse en caricaturas divul­gadoras, propa­gandistas al servicio de una idelogía. La gráfica humorística en la prensa oficial, en general, se convirtió el llamado “Arte militante”, ilustrador de la ideología marxista.





Las historietas El Reyecito Criollo de Silvio Fontanillas se publicaron en la revista Bohemia desde 1955 hasta 1959 y se dedicaron principalmente a satirizar y riculizara dictador-presidente Fulgencio Batista.

Muchas caricaturas satíricas publicadas hasta 1958, no se podrían publicar en la prensa actual, financiada y controlada por el Partido Comunista. Las caricaturas del “Bobo” de Abela criticando a los funcionarios y políticos; o las historietas de “El Reyecito Criollo” de Silvio Fontanillas criticando al presidente del gobierno no serían posible verlas impre­sas en los semanarios humorísticos actuales.

En “El arte irrespetuoso. Historia incom­pleta de la carica­tura política”, libro del carica­turista mexi­cano, Eduardo del Río (Rius), pu­blicado en 1988, hace un aná­lisis compara­tivo de los semanarios humo­rís­ti­cos en los países socia­lista, y afirma que Joseph Stalin convirtió a la revista satíri­ca Krokodil –fundada en 1922 y pu­blicada en la desapa­recida Unión Sovié­tica–, en una revista de sumisos, de caricatu­ristas que su­cumbieron al terror del sistema político, que se dedicaron a desacreditar y atacar ferozmente a los enemigos del socialismo.

Al refierirse a las caricaturas en las revistas humorísticas cu­banas, Ruis expresa que también es víctima del mismo problema de la revis­ta “Krokodil” y añade que “no existe prensa de opinión” en la Isla, y agrega que es muy difícil que se publiquen caricaturas con críticas que “fustigue los errores del gobierno, o se meta con un ministro corrupto y oportunista”. Termina sentenciado: “eso, hasta hoy, es imposible en Cuba”. Afirmaciones que tienen más de veinte años y aún permanecen vigentes.


La Jaula, caricatura de Luis Ruiz
Pero los críticos “¿pegan de desinformando?” cuando ignoran en sus escritos los meca­nis­­mos de control que ejercen las autoridades gubernamentales cubanas de la prensa humorística y de todos los medios de comunicación, financiados y controlados por el Partido Comunista.

Exigirle a los ca­­ricaturistas que “fustiguen” los errores de un régimen desde la re­dacción de un pe­riódico que es propiedad del propio gorbierno que, además de ser el em­pleador del caricaturista, con­trola todos los temas que se publican y censura a los intentan criticar el sistema socialista y a los miembros de la cúpula gobernante, es tan ingenuo como pedirle peras al olmo cuando se sabe que existen suficientes prue­bas documentadas de intelectuales, escritores y dibu­jantes cubanos que han sido encarcelados por opinar diferente. Vale recordarle a los “ingenuos”, por citar un solo ejemplo: el 28 de marzo de 1980, el dibujante y cari­ca­turista Luis Ruiz, excolaborador del suple­mento humo­rístico “El Sable” (ya desa­parecido), fue acusado de “propaganda enemiga”, preso y con­denado a seis años de pri­sión “por opinar dife­rente”, poste­riormente fue de­cla­rado preso de con­ciencia por Amnistía Inter­na­cional.

Lo mismo le hubiera ocurrido a los caricaturistas de la revista satí­ri­ca “Krokodil”, si por sus cabezas les hubiera pasado la idea de criticar a Stalin, habrían terminado en un campo de trabajo forzado en la Siberia.

Luis García Fresquet

__________________

Luis García Fresquet (Regla, La Habana, Cuba), diseñador gráfico, caricaturista e ilustrador de libros infantiles. Es autor del libro “El humor gráfico y la caricatura en la prensa cubana, 1952-1958 y 1959” (primera edición, 2019 y segunda edición, 2020) y de libro “Yo, Tú, Él y el humor”, una recopilación de sus caricaturas publicado 1970 por Pluma en Ristre del Instituto Cubano del Libro y por la Editorial Prelo de Lisboa, Portugal en 1971. La tercera edición del libro fue presentada en la Feria del Libro de Miami en 2015. En el libro “Mi encuentro con el arte”, publicado por Ediciones GF en 2020, se reproduce parte de la obra de Fresquet, desde su primer dibujo pintado a los 11 años hasta sus últimos diseños de revistas y libros impresos en 2020. Además, Fresquet tiene publicado “Don Ufano, un humor situado en la galaxia” y la serie “Juguemos”, una colección de libros interactivos para niños publicados en colaboración con Nury A. Rodríguez, diseñadora especializada artes manuales. Luis García Fresquet ha sido director artístico de varias revistas en Cuba, España y Estados Unidos. Actualmente trabaja como diseñador gráfico e ilustrador freelance y para Ediciones Universal de Miami, Florida.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

El respecto a la Libertad de Expresión es fundamental, pero los insultos, palabras obscenas y groserías serán eliminadas.