jueves, 16 de marzo de 2023

Presentación en el Museo de la Diáspora Cubana

Breve diálogo con el público

Relatos que se bifurcan y se pierden en la memoria

Luis García Fresquet (autor):

Buenas Noches 

Antes de comenzar hablar del libro

Quiero dar gracias a Joaquín Gálvez por invitarme a la Otra esquina de las Palabras.

Y a mi estimado y querido amigo, el escritor Santiago Rodríguez (Chago) por su agradable presentación. 

Voy a iniciar la presentación del libro con un breve Preámbulo que nos conducirá al por qué de Relatos que se bifurcan y se pierden en la memoria.

La primera vez que entre a la redacción del periódico La Calle, tenía 14 años. Llevaba en mi mochila, la ingenuidad y la inocencia de todo niño-adolescente. Y también un sueño, ser famoso, ser uno de los caricaturistas más importantes de Cuba.

A partir de ese momento, comencé una vertiginosa carrera. Trabajé en varios periódicos y revistas como diseñador gráfico y caricaturista, sin abandonar mis estudios en el preuniversitario y en una escuela privada de dibujo publicitario en mi pueblo natal, en el Municipio de Regla en La Habana. A los 22 años, ya había logrado ser director artístico de un semanario humorístico.

Paralelo a mi vertiginosa carrera, se estaba formando un peligroso tornado político de consecuencias impredecibles, nunca antes vistas en nuestro país. Turbulencia política que no percibí; tal vez, por mi ingenuidad o por estar demasiado enfrascado en ser famoso. Hasta el día que confiscaron todos los comercios y negocios privados en la llamada “Ofensiva Revolucionaria” de 1968.

Ese hecho me impactó profundamente y mi ingenuidad desapareció de forma abrupta. Y comencé a cuestionar el sistema socialista. Todos mis cuestionamientos y opiniones comencé a expresarlos en mis dibujos humorísticos y caricaturas que exhibí en tres exposiciones personales. Nunca soñé ni pensé publicar esas caricaturas en un periódico oficial. Eso era, y aun lo es, imposible en una prensa controlada por el Partido Comunista. Pero, a pesar de eso y con la poca divulgación que tuvieron mis creaciones, mis opiniones no pasaron inadvertidas los críticos y funcionarios culturales.

La revista Bohemia publicó una crítica señalando que las ideas de mis dibujos, exhibidas en mi exposición “Y brilla frente al Sol el pensamiento” en la Galería L de la Universidad de La Habana, estaban “edulcorados con brillantes colores”. El escrito se convirtió en un bumerán para el autor, muchos curiosos comenzaron a ir a la galería a ver mis dibujos “edulcorados”. Nunca antes había tenido tanta publicidad y tantos visitantes en una de mis exposiciones.

Anteriormente, a esa crítica, mi libro de caricaturas Yo, Tú, Él y el humor, ya había sido retirado de las librerías porque “algunas caricaturas podrían interpretarse con doble sentido o de formas dudosas contra al sistema socialista”. Los cubanos nunca vieron ni supieron que existió mi libro. Afortunadamente, la edición en portugués, que publicó la Editorial Prelo de Lisboa, Portugal, circuló libremente por toda Europa.

Estos hechos, me hicieron comprender, que era imposible en los dibujos y caricaturas explicar o fundamental mis opiniones para darle más fuerza política, que requería o necesitaba de un respaldo con escritos y argumentos sólidos, que necesitaba la palabra escrita para lograrlo. Algo imposible en Cuba.

Así, que todos mis cuestionamientos y opiniones, se quedaron en simples notas y apuntes dentro de un tintero y en papeles sobre mi mesa de dibujo. 

Después que pedí asilo político en Estados Unidos, retomé los apuntes y publiqué el primer libro, El Humor Gráfico y la Caricatura en la Prensa Cubana. Seguido por un segundo, El Arte en el Cartel al Servicio de una Ideología y un tercero, Yo también viví detrás de la cortina de bagazo. Pero, aún me quedaban apuntes dentro del tintero, que no encajaban en ninguno de los tres libros. Los agrupé y surgió, Relatos que se bifurcan y se pierden en la memoria, que, para mí, es el mejor libro que he escrito basado en mis recuerdos de mi adolescencia y toda mi juventud en la prensa, y mi arribo a la madurez política.

En la introducción del contenido del libro:

En Relatos que se bifurcan y se pierden en la memoria, no existe el tiempo ni el espacio. Son narraciones o cuentos o relatos, como deseen clasificarlos, donde se mezclan los recuerdos del autor en épocas lejanas con las actuales. Los nombres de los personajes reales fueron sustituidos por ficticios. Todas las historias se basan en acontecimientos en los que participaron personas cercanas y conocidas por autor, recreadas en lugares y ambientes diferentes y, al mismo tiempo, conocidos para que se entrelacen y se mezclen la ficción, la realidad y la imaginación.

El autor de Relatos que se bifurcan y se pierden en la memoria, siempre ha huido de escribir sus memorias, de contarnos sus peripecias y experiencias dentro del periodismo socialista cubano. Del mismo modo, lo evitó en su libro Yo también viví detrás de la cortina de bagazo. Ahora, se vale del recurso de “bifurcar los relatos” y utilizar a Ignacio como figura central, el cual aparecerá en todas las historias, unas veces narrando intrigas, misterios de joyas robadas, confiscaciones, contradicciones políticas, exilio, o chicas posando desnudas para un famoso pintor. En otras ocasiones, Ignacio es un personaje adolescente o adulto incluido en los relatos, artificio que nos deja algunas interrogaciones:

¿Será Ignacio es el autor de este libro? ¿O son sus memorias narradas de forma estrambótica?

Para finalizar, leeré un fragmento de la dedicatoria:

Relatos que se bifurcan y se pierden en la memoria, es un homenaje a quien pudo ser un excelente caricaturista, al que frustraron su futuro apenas comenzaba, el día que confiscaron la prensa. Sin tener donde publicar sus dibujos, enloqueció y deambuló por las calles de La Habana hasta que se perdió entre sus laberintos. Luego, no supe más nada de él. A un buen amigo y caricaturista, al que la depresión, la desilusión y la marginación provocó que se ahorcara en su apartamento. Y a un destacado artista plástico enviado a la cárcel, acusado de “diversionismo ideológico” y condenado a seis años de prisión.

También, al esposo de mi tía, el gallego, español de nacimiento, que le expropiaron su bodegón sin ninguna compensación. A mis tíos, hermanos de mi madre, que les robaron todos sus negocios y un edificio de apartamentos que habían construido con sus propias manos y con la ayuda de otro tío, hermano de mi padre.

Y especialmente, a mi derecho a la libertad de expresión en el arte y en la prensa.

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